Carolina Lancman nace en 1970, en la Ciudad de Buenos Aires, donde vive y desarrolla obra actualmente. Es Licenciada en Sociología por la UBA, realizadora de cortometrajes, Escuela Superior de Cinematografía, ilustradora editorial y docente de arte.
En 1995 forma el equipo Lancman Ink junto a sus dos hermanas, donde colabora con grandes editoriales nacionales y extranjeras e ilustra a renombrados autores argentinos.
Participa asimismo en numerosas exposiciones que realiza el Foro de Ilustradores entre las que se destacan las realizadas en la Feria del Libro cada año y los homenajes a Julio Cortázar (La Plata, 2004) y a Roberto Arlt (Centro Cultural Recoleta, 2012).
Se forma en las artes plásticas en el taller del maestro Miguel Dávila con quien estudia durante 11 años composición, luz, utilización del color, y técnicas de óleo y acrílico. Asiste en diversas Instituciones a talleres teóricos y de formación artística donde complementa su educación en el lenguaje plástico.
Durante el 2009 realiza una clínica de nuevas técnicas de pintura e ilustración con el artista colombiano Ródez. Del naturalismo inicial pasa a un estilo donde emerge el trabajo de línea y color que vincula los personajes retratados y su entorno en un formato más experimental.
SOBRE MI OBRA
El arte. ¿Y qué mundo es ese? Si me preguntaran, el mundo de las formas, de las que existen y las que no; esa dimensión única donde la realidad y nuestro universo personal se encuentran; y de la que emerge la obra como nuevo hogar de libertad y sentido.
Ante una idea con cierta promesa visual, avanzo hacia un trabajo de búsqueda en el que el error convive con la deliberación, la voluntad con el accidente, la intuición con el esfuerzo, la persistencia con el abandono. Delante, el juego, el auxilio de líneas, formas, planos, colores; detrás el optimismo inocente de mejorar en el oficio.
A lo largo del tiempo algunos elementos, recurrencias formales, persisten: la figura humana, incompleta en el espacio, capturada en ese "mientras tanto" que es imperio del arte y de nuestra existencia sensorial y consciente; la línea como recurso de alteración y movimiento; la fuerza anímica del color. La obra (es mi aspiración) debe lograr una elocuencia sensible que supere el propósito y el concepto.
Como artífices anhelamos que nuestro aprendiz se vuelva experto y ese aprendizaje, experiencia. Como artífices sabemos que, cada vez, por efecto inverso, esa experiencia nos vuelve a colocar en el sitio del aprendiz, que nunca hemos abandonado. El logro en una dirección crea una dificultad en otra.
Como artífices aprendemos finalmente la felicidad de hacer y aceptamos el enigma de una revelación siempre prometida.